sábado, 10 de mayo de 2008

LA LEYENDA DEL BESO AMIGO

Cuentan que en un lejano reino,
invadido por la avaricia, el rencor y la maldad,
habitaba un solo hombre,
al que no había llegado tal magnitud de enfermedad.
Cargado de buenos augurios
y con la claridad de sus pensamientos,
quiso buscar su destino,
para conseguir, la buscada por todos felicidad.
En su bolso de viaje tan solo tres promesas:
Amor, lealtad y cordialidad.
prestos ideales para un verdadero reino que,
ilumine el destino y la desesperanza de los corazones solitarios
buenos y necesitados de la vigorosa esperanza
de inutilizar esta vida tan insana que la amargura cada día proclama.
Inmerso en dicho viaje
recuerda la promesa de encontrar el coraje,
para recomponer moralidad
de ese mundo destruido por el rencor,
que presume de toda su gran popularidad.
Recorriendo el camino,
va divisando presto destino;
primera parada impuesta por lo divino,
socorrer a un hermano moribundo necesitado de un buen amigo.
Sangrantes palabras trascienden de la boca del hermano,
que aunque repugnantes para los oídos del hombre sereno,
trastocan su corazón y después de confesarlo, con serenidad clariana,
posa su mano sobre la frente y le da en confianza el beso necesitado de un amigo.
Inmensa felicidad que produce tal gesto merecido,
que enorgullece el alma del moribundo acaecido
y trastoca los umbrales de la muerte del vencido,
proclamando una paz serena en la muerte del hermano y dejándolo tranquilo.

domingo, 4 de mayo de 2008

SOMBRAS CAÍDAS DE UN IMPERIO

Sombras caídas de un desterrado imperio,
que han desafiado la lealtad de sus creyentes
y que, ataviados con túnicas de rojo sangriento,
se han mecido bajo las estrellas de sus clavos fulminantes.

Callados, desesperados y asustados,
en estos momentos pasean con clemencia,
una indiferente indulgencia,
que con los demás desterrados,
no han sido capaces de demostrar en su presencia.

Que caiga la dulce guadaña de la venganza,
que se nutra de su envenenada y corroída sangre infectada
y que se demuestre en verdad ante su presencia,
que la vida es realmente justa y a todos al fin y al cabo,
nos pone en nuestro sitio y pregona un merecido castigo.

Ante tanta magnitud de palabras,
no con ello proclamo sangrientas y duras venganzas,
ni temores, ni tampoco torturas,
tan solo clamo una vida para todos justa,
que encarcele la maldad de tales infieles y su postura
con un sinuoso pero honroso castigo y cordura.

Que de una vez se devuelva la sensatez
y el criterio honesto a las personas de corazón
que no critican sin una simple y llana razón.
Que prime la verdad, la honradez y la cordialidad,
en este sufrido mundo infesto de arrogancia, rencor e inmadurez.