que han desafiado la lealtad de sus creyentes
y que, ataviados con túnicas de rojo sangriento,
se han mecido bajo las estrellas de sus clavos fulminantes.
Callados, desesperados y asustados,
en estos momentos pasean con clemencia,
una indiferente indulgencia,
que con los demás desterrados,
no han sido capaces de demostrar en su presencia.
Que caiga la dulce guadaña de la venganza,
que se nutra de su envenenada y corroída sangre infectada
y que se demuestre en verdad ante su presencia,
que la vida es realmente justa y a todos al fin y al cabo,
nos pone en nuestro sitio y pregona un merecido castigo.
Ante tanta magnitud de palabras,
no con ello proclamo sangrientas y duras venganzas,
ni temores, ni tampoco torturas,
tan solo clamo una vida para todos justa,
que encarcele la maldad de tales infieles y su postura
con un sinuoso pero honroso castigo y cordura.
Que de una vez se devuelva la sensatez
y el criterio honesto a las personas de corazón
que no critican sin una simple y llana razón.
Que prime la verdad, la honradez y la cordialidad,
en este sufrido mundo infesto de arrogancia, rencor e inmadurez.
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