que llena de humo negro el bello atardecer.
No tengo idea de un futuro dulce como la miel,
me es oscuro y tétrico, me has de compadecer.
Soy ante todo un hombre sincero,
no creo lo que hablan los políticos,
son ávaros, corruptos y para ellos siempre hay un pero,

¡eso si!, con nosotros juegan sin titubeos.
Mi país se encuentra en guerra,
cada día, cada noche, exaspera.
Niños, madres, familias, todo se quiebra,
¡ y dicen que existe un Dios!, vaya condena me espera.
Por el día hay que correr,
intentar hacer en la medida una vida normal,
ir al trabajo, hacer la compra y algún herido socorrer,
lamentable estampa de un claro y patético final.
Por la noche, todo es distinto,
luces fundentes en el firmamento, estruendos, se oyen gritos,
intento olvidarlo con una botella de vino tinto,
pero me es imposible, hay demasiados heridos.
Ya tengo que dejar de escribir,
oigo estruendo de tanques, vienen a por mi
bombas, proyectiles, intentaré sobrevivir,
en este mundo cruel, antes bello en el que yo viví.
Con ello me despido,
espero que llegue esta carta a buen destino
y mi angustia no se quede en el olvido,
vivo en Sarajebo y desde zona de guerra os escribo.
Dedicado en especial a las personas que perdieron su vida en el conflicto bélico de la antigua Yugoslavia. Un recuerdo para ellos.
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